MUNDIALITO

La Copa de Oro de Campeones Mundiales, mejor conocida como Mundialito o Copa de Oro, fue un torneo internacional de fútbol que reunió a las selecciones nacionales ganadoras de la Copa Mundial y Países Bajos. Fue disputado en Montevideo entre el 30 de diciembre de 1980 y el 10 de enero de 1981 y tuvo mucha repercusión en la época, siendo considerado un torneo de alto nivel. 

TÍTULO: Mundialito
AÑO: 2010
DURACIÓN: 70 min.
PAÍS: Uruguay
DIRECTOR: Sebastián Bednarik
ENTREVISTAS: Andrés Varela
GUIÓN: Sebastián Bednarik y Andrés Varela
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA Y CÁMARAS: Pedro Luque
DIRECCIÓN DE SONIDO: Daniel Márquez y Fabián Oliver
PRODUCTORA: Coral Films

Hay primero que nada un valor histórico y periodístico en Mundialito, la nueva película de Sebastían Bednarik y Coral Films. La importante recopilación de archivos, entrevistas y datos, presentan una suerte de radiografía de la sociedad uruguaya de aquel momento (con un gran aporte en la comunicación masiva de imágenes y personajes desconocidos). No es fortuito que la participación del historiador Gerardo Caetano esté escenificada y expuestamente utilizada como “voz oficial” de la película. Con él, el relato se puede colocar de inmediato en la esfera de la creación de mitos, el inconsciente colectivo, el espectáculo popular, la política y la represión masiva; es decir, en la compleja red de sucesos y discursos que conforman la vida social de un país. En este sentido, el aporte de la película es invalorable. Pero no es sólo eso. Aunque Mundialito luce más “televisiva” que sus predecesoras La Matineé o Cachila, en realidad lo es mucho menos. Aquí se trasmite, por momentos, mucho más a partir de cortes, de imágenes relacionadas entre sí (la aparición de Voulgaris es el mejor ejemplo de esto), que por lo que dicen los entrevistados o lo que comunica una imagen por sí sola. Es la película más cinematográfica de Coral en el sentido planteado por aquellos rusos fanáticos del montaje (Eisenstein, Pudovkin, etc.): el cine surge de la puesta en relación de imágenes inconexas. La idea que sobrevuela en el relato surge de allí: no hay una tesis o una hipótesis al respecto de los sucesos, para Bednarik es más importante escenificar el choque de discursos, las incoherencias, lo abierto del tema antes que llegar a conclusiones precisas. Esto se logra porque Mundialito quizá sea la primera exhibición masiva de los engranajes de una productora uruguaya funcionando al mango. El profesionalismo del fotógrafo Pedro Luque -cuya foto cada vez luce más impecable-; el montaje perspicaz de Guzmán García, de donde surge casi todo el humor de la película y que logra recorrer el volumen de información con agilidad y casi sin traspiés… Es decir, la capacidad creativa y productora de Andrés Varela y Bednarik para armar un equipo, consolidarlo a lo largo de los años y escurrir su capacidad conjunta. El resultado (hay que decirlo también) parece muy endulzado en ese funcionamiento perfecto. Si algo parece faltar es justamente la llaga del asunto, que sólo podía surgir si el filme se desprendía de cierta complacencia en no tomar partido. Y no me refiero a que Bednarik exponga sus conclusiones (que además de poco valdrían, ya que serían apresuradas a sólo 30 años de los hechos), pero sí a sostener un vuelo que tiene la película al comienzo (la banda sonora inicial es el himno nacional) y que se diluye al final. Lo que era agilidad satírica entra, por momentos, en una suerte de torbellino que da vuelta sobre las mismas ideas; la re-dramatización de los goles en la final alcanzan el golpe emocional (dan ganas de gritar “gol” literalmente), pero terminan resultando como una vía de escape. Las imágenes finales parecen sugerir menos un final abierto -libre al pensamiento de cada espectador- y más una renuncia a herir la muy sensible emotividad uruguaya de lo propio. Pese a esto, los picos emocionales (de comedia, de astucia narrativa y de documental) son los más intensos que yo haya visto en una película nacional. 

Por Juan Andrés Belo